Según el Independent Regulators' Group – Rail, España tiene la séptima red ferroviaria más extensa de Europa. Este es el mismo órgano que también reconoce que, sin embargo, esa infraestructura está infrautilizada puesto que la intensidad de uso es sensiblemente inferior al de otros países similares de nuestro entorno. Tenemos una «buena red ferroviaria», con un numero de trenes insuficientes, algo que parece incongruente ya que en estos días estamos viendo como los trenes de Media Distancia de Renfe, Jaén-Cádiz tiene que realizarse en bus «por falta de maquinistas». ¿No parece absurdo que por falta de personal ferroviario los viajeros, que pueden elegir entre bus y tren, tras haber elegido al ferrocarril por sus prestaciones, tengan que viajar finalmente en el autobús? Nuestros políticos hablan de líneas de altas prestaciones en Jaén aunque, sin embargo, los viajeros ni tan siquiera pueden subirse al tren. Como en el debate político actual, en el ferrocarril también podríamos decir que hay una España a dos velocidades y nunca mejor dicho.
El tren convencional, el de ancho no europeo, no AVE (ibérico y métrico), otrora protagonista del progreso de la sociedad moderna, se ha convertido en un medio residual tanto en el transporte de mercancías como en el de viajeros toda vez que está claramente infrautilizado a pesar de la consideración en la que debiéramos tenerlo, sobre todo si consideramos que, a pesar de que el sector transporte representa el 25% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero en España, un solo tren de ocho vagones equivale al aforo de 15 autobuses y de 250 a 1.000 coches, contaminando bastante menos.
La provincia de Jaén, refugio de turistas que buscan en el interior huir de la aglomeración de las playas y claro exponente de la modernidad en el sector agroalimentario con la industria del aceite de oliva, ha visto también como el tren del futuro no se acordó de ella. El paso de Despeñaperros fue sustituido por otro camino más corto en la llegada del AVE a Sevilla algo que, unido a las cada vez menos frecuencias de trenes de mercancías, hizo que la provincia perdiera el 80% de la frecuencia de trenes y de las estaciones que prestan servicio de viajeros.
Y es que ni tan siquiera en ese aspecto estamos a salvo. El desmantelamiento del tejido ferroviario no solo afecta a la desaparición de líneas sino también a las estaciones. Es frecuente conocer la destrucción del patrimonio asociado al ferrocarril como en estos días conocimos la demolición de edifico de la estación de Vadollano. Y antes ya sufrieron este triste final las de Marmolejo, Las Correderas, Torredonjimeno, Huelma, Quesada, Garcíez y Jimena, Torreblascopedro, la antigua estación de Jaén, Las Infantas, Mengíbar Artichuela y Mengíbar Palomeras, todas en nuestra provincia. Sin olvidar un número importante de edificaciones ferroviarias de otro tipo como Muelles cubiertos o viviendas de pasos a nivel. Todos estos edificios también formaban parte de la memoria histórica de nuestros pueblos y ya son irrecuperables mas allá de las fotos que quedaron para el recuerdo.
Pero, ¿cuáles son las causas del derribo? El Administrador de Infraestructuras Ferroviarias, dependiente del Ministerio de Fomento, no considera útiles las edificaciones que no cumplan un cometido claro como albergar instalaciones de circulación ferroviaria o generar un ingreso al estar en régimen de alquiler a particulares o colectivos. ¿Hay alternativas para evitarlos? Evidentemente sí y para ello sería importante el papel de los Ayuntamientos, que son las administraciones más cercanas a los ciudadanos. Sería necesario que se interesaran e hicieran frente común para conseguir cesiones de esas edificaciones por parte de ADIF. Ahora que tan vivo está el debate sobre el problema habitacional de nuestros pueblos y ciudades, de los precios del alquiler y de la vivienda en propiedad, los ciudadanos no deberíamos permitir que edificaciones de propiedad publica, que deberían ser de todos, se derriben sin mas mientras los hay personas durmiendo en la calle o colectivos sin un lugar donde reunirse.
Mientras no se cree un debate abierto en este sentido en la ciudadanía, para exigir un tren social, con frecuencias y paradas suficientes, que respete un patrimonio histórico de todos, no nos bajaremos del tren del olvido, no dejaremos de formar parte de la España vaciada.
Y es que Jaén, como Teruel, también existe.
13 de enero de 2020
Ideal